Lo arañamos como queriendo escocer su metal para siempre.
Quisimos pasar a la eternidad siendo héroes entre cabañas y balones.
Es por eso que dejamos nuestras huellas en la nieve
y perduran oxidadas sobre el acero caliente. Nunca se borrarán.
Tal vez las sepulten con capas de pintura permanente,
impermeable e imperdonable;
pero los surcos los grabamos con fuerza
apretando los nudillos contra unas llaves,
hiriendo de muerte al paso del tiempo y al aire.
Por eso siempre estarán ahí,
para recordarnos que fuimos pequeños
y a la vez muy grandes.
Quisimos pasar a la eternidad siendo héroes entre cabañas y balones.
Es por eso que dejamos nuestras huellas en la nieve
y perduran oxidadas sobre el acero caliente. Nunca se borrarán.
Tal vez las sepulten con capas de pintura permanente,
impermeable e imperdonable;
pero los surcos los grabamos con fuerza
apretando los nudillos contra unas llaves,
hiriendo de muerte al paso del tiempo y al aire.
Por eso siempre estarán ahí,
para recordarnos que fuimos pequeños
y a la vez muy grandes.
¿A que no sabes dónde he vuelto hoy?
Donde solíamos gritar.
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