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domingo, 27 de julio de 2014

Deja que sea

La música me late en el pecho como por el centro, junto al corazón. Noto como mi cuerpo vibra con cada nota, un color me inunda las venas coloreándome por dentro. Me remueve las entrañas; la música me remueve las entrañas. 

Y aquel día saltando entre la gente me sentí invencible y tan pequeña a la vez, que no sabría definirlo bien. Las letras de sus canciones me sacudían las arterias, estaban escritas para mí y yo me las sabía todas de memoria. Sus canciones contaban mi historia. Sudaban delante de mí, acariciando la guitarra, y si hubiera alargado el brazo podría haberle robado la púa al primero. Yo solo buscaba su mirada desde la segunda fila, embobada con sus patillas. Cantaba: ''no digas que no te advertí que soy peor que un tiro a quemarropa al corazón''. Tal vez lo fuera, pero a mi me daba igual, me estaba enamorando. Y seguía: ''de pequeña no aprendiste a nadar, hace poco que me lo has contado, vente y yo te enseñaré a volar mientras vienen los demás a nado'', mientras miraba hacia un punto fijo en el público. Y yo sentí celos la destinataria que escuchaba estos versos desde algún rincón de la zona VIP; joder, yo quería ser la chica de sus canciones, yo quería que me señalara desde el escenario...

Pero solo me llegaba su música, que me ponía los pelos de punta y me abatía como un huracán.

Llegó el momento y saltó al escenario la estrella, el más grande de todos y a la vez el más flaco, con la mirada perdida y aire de pirata. El que se desprendía de su música para compartirla conmigo. Me miró desde arriba con pólvora en los labios y yo me sentí la chica más especial de Madrid, y no me pude aguantar las ganas de gritar porque ojalá no mueran nunca los cantantes, ni se suelten los amantes. 

Yo no sé qué clase de duende lleva dentro, yo no sé como construye tanta magia solo con una guitarra, pero si pudiera ser la vida un eterno concierto suyo, yo firmaba ahora mismo. Porque nunca se me olvidará esa noche, cuando salí sudando de la pista de baile sintiéndome parte de algo; feliz, porque en ese concierto fui feliz. 

Y es algo complicado, algo que se te mete en las tripas, como una gran polilla aleteando sin descanso para que la música jamás deje de sonar, como un halcón que eleva el vuelo...