A veces es necesario cerrar ventanas para que sople de nuevo el viento, coser heridas para sentir otras caricias, llorar una noche para sonreír todas las demás. A veces no queremos, pero es necesario despedirse...o por lo menos durante un tiempo.
Puede que lo mejor sea dejar que el tiempo decida...dejar de flotar sobre dudas infinitas para pisar futuro seguro... tierra firme. Dormir todo el invierno entre cientos de mantas y no pensar, no pensar, no pensar. Esconder los problemas en un rincón de la habitación a principios de septiembre para que, con un poco de suerte, en abril no haya nadie que los encuentre. Que hayan desaparecido, que se hayan esfumado todos los dolores de cabeza.
En abril, con un poco de suerte, la lluvia habrá apagado las chispas, quedará un poco lejos cuando me incendiabas y ya....soplarán las cenizas, volarán las cenizas.