A lo mejor soy yo, que estoy escuchando canciones de esas nuestras y me pinchan dentro, como en mitad del pecho. ¿No notas el agujero? Las jodidas letras me arañan las paredes de aquel beso que nos dimos. Y de aquel otro. Y de todos los que me robabas, y de los que te robaba yo a ti.
Y ahora sentada en esta mesa, me quedo hipnotizada mirando las fichas amontonadas en el centro. Parecía una buena mano, tenía escalera de color a tu lado, tenía las ganas, tenía el cariño, tenía los recuerdos, tenía de todo que ofrecerte. Pero tú soplaste tan fuerte que salieron todas volando. Aposté todo por nosotros, y mis cartas se las llevó una ráfaga de miedo.
Porque el ritmo empieza cuando echas a andar, de cara contra una pared no hay ritmo que valga. Espero que te encuentres, que las piedras de tu camino te enseñen donde te has metido, que vuelvas a creer en tus cartas, que vuelvas a creerte capaz de todo.
Te quiero.
Ha llovido, pero siempre vendrás a mi cabeza cada vez que las escuche.