Vistas de página en total

lunes, 13 de agosto de 2012

De haberlo sabido...


Érase una vez dos personas que no podían compartir un metro cúbico de aire sin que les faltara el oxígeno. No podían mirarse sin arañarse el alma, ni compartir una silla donde apoyar los pies, ni rozarse siquiera sin recordar todo lo que fueron. Nadie apagó el incendio que les separaba, nadie cosió sus heridas, nadie cerró con llave la Calle del Olvido y nadie barrió los restos de ayer que quedaron esparcidos por el suelo. Cada uno rehizo su vida a su manera lejos de la sombra del otro. Pero olvidaron olvidar, y cada vez que volvían a verse una nube de polvo del pasado les envolvía a los dos. Se quedaban hipnotizados con la mirada del otro, se decían todo sin decirse nada. Jugaban a ser amigos delante de los demás, pero por dentro se morían por salir corriendo en direcciones contrarias. Cuantas más ganas tenían de encontrarse, más rápido pasaba el tiempo que invertían juntos. Él se escondía para que ella pudiera ir a buscarle, y ella le dejaba mensajes escritos en el aire. Nadie lo entendía, ni ellos mismos lo entendían; pero por una extraña razón se necesitaban. Como Peter Pan necesita a Garfio, y viceversa; y si uno no mata al otro es porque están hechos de la misma pasta y se necesitan para que continue el cuento. Eran completamente opuestos. Dulce y salado. Frío y caliente. Norte y Sur. Pero como todo el mundo sabe, los polos opuestos se atraen, y se atraen tanto que nunca llegan a tocarse. Ellos se distanciaban para echarse de menos...

Podría contarte el final de la historia, pero lo cierto es que no está escrito. Y mira que me sé de memoria todos los capítulos, pero no se me ocurre como pudieron acabar estos dos. ¿Juntos? ¿Separados? Quién sabe... Qué historia más rara ¿verdad? Pero es bonita, eso seguro. ¿Te suena? A mi me suena a un sábado por la noche en el pueblo de al lado poniendo las cartas sobre la mesa, a apostarnos un tercio de cerveza, a negrita con limón, a ''se te nota en la miradaaaa que vives enamorada'', a leerte un beso en los labios y no poder dártelo. 
Tú preguntaste y yo reconocí lo irreconocible. Exploté delante tuya, y tú me abrazabas diciendo ''no llores, pequeña''. Tu aliento en mi cuello me hacía temblar. Yo te susurraba al oído que por favor me dieras media hora más para decirnos todo lo que nos habíamos guardado desde hacía dos veranos y que nos comía por dentro. Yo quería que te quedaras conmigo, pero que te fueras. Que no me soltaras nunca pero que desaparecieras. Que arreglaras mis grietas pero que me dejaras marca otra vez. Que me leyeras y me borraras. Quería respirar de tu jersey de rayas durante horas y horas, pero a la vez quería que tu olor se evaporara para siempre de mi cabeza. ¿Tú querías un beso? Yo quería dos. Deseaba que sacaras tu mano del bolsillo trasero de mis vaqueros, pero que la dejaras ahí sin moverla. Que me dieras la razón y luego me la quitaras. Quería todo y no quería nada.

Te escribo desde hace mucho, mucho antes de conocerte. Más allá de tí, más allá de mí. 
Y ahora que hemos alcanzado este equilibrio imposible, y esta soplando el turnedo; el doctor me recomienda que no me quite mi abrigo y que no esté ya más contigo. Pero me quedaré con muchas ganas de verte...porque aunque tú no lo sepas me he inventado tu nombre, y solo quiero que te vaya bonito y que seas feliz aunque no sea conmigo.




domingo, 5 de agosto de 2012

Las páginas de mi diario.

Quiero largarme lejos, lejísimos. A un iglú en medio del polo sur donde haga tanto frío que se me congelen todas las ideas absurdas que me muerden la conciencia. Y si...? Y si  nada. Pero... Pero, nada. Joder. No hay quien aguante esta sensación, y tampoco soy capaz de explicarla. Es como el batir de alas de un cuervo gigante; es ensordecedor. Como si un taladro me atravesara el corazón sin llegar a romperlo del todo; es jodidamente doloroso. Parecido a lo que se siente cuando dos lagrimas se asoman, espías, al balcón de sus pestañas; es incontrolable. Es demasiado complicada, es...¿nostalgia?

Quizá sea nostalgia, quien sabe. A mi se me clava en el pecho y no me deja respirar, me aprieta fuerte en la garganta y me obliga a cerrar los ojos. Cuando vuelvo a abrirlos, todo ha cambiado, y hoy es ayer, como si alguien  hubiera pasado las páginas de mi diario hacia atrás y volviéramos al pasado. Justo cuando reconozco mi propio recuerdo, empieza a llover a mares. Ah, ya me acuerdo. Tú y yo empapados bajo un montón de luces. Olía a tierra mojada. Tú me hiciste una pregunta y yo me quedé callada y no fuí capaz...no fui capaz de decirte que... ... da igual, ya no importa. Mañana mismo hago la maleta. No aguanto ni un segundo más aquí, necesito aire. Necesito estar sola. Necesito un cigarro. Necesito dormir. Y necesito que te vayas para siempre de las páginas de mi diario.