Quiero largarme lejos, lejísimos. A un iglú en medio del polo sur donde haga tanto frío que se me congelen todas las ideas absurdas que me muerden la conciencia. Y si...? Y si nada. Pero... Pero, nada. Joder. No hay quien aguante esta sensación, y tampoco soy capaz de explicarla. Es como el batir de alas de un cuervo gigante; es ensordecedor. Como si un taladro me atravesara el corazón sin llegar a romperlo del todo; es jodidamente doloroso. Parecido a lo que se siente cuando dos lagrimas se asoman, espías, al balcón de sus pestañas; es incontrolable. Es demasiado complicada, es...¿nostalgia?
Quizá sea nostalgia, quien sabe. A mi se me clava en el pecho y no me deja respirar, me aprieta fuerte en la garganta y me obliga a cerrar los ojos. Cuando vuelvo a abrirlos, todo ha cambiado, y hoy es ayer, como si alguien hubiera pasado las páginas de mi diario hacia atrás y volviéramos al pasado. Justo cuando reconozco mi propio recuerdo, empieza a llover a mares. Ah, ya me acuerdo. Tú y yo empapados bajo un montón de luces. Olía a tierra mojada. Tú me hiciste una pregunta y yo me quedé callada y no fuí capaz...no fui capaz de decirte que... ... da igual, ya no importa. Mañana mismo hago la maleta. No aguanto ni un segundo más aquí, necesito aire. Necesito estar sola. Necesito un cigarro. Necesito dormir. Y necesito que te vayas para siempre de las páginas de mi diario.
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