Una voz en mi cabeza se coló en su día en forma de canción. Recuerdo que retumbaba por todo mi cerebro y me robaba el sueño todas las noches. La etiqueté como una ''canción de invierno'', pues no era otra cosa que el invierno hecho canción. Era más que un estado de ánimo, significaba demasiadas cosas. Sólo escuchar el primer acorde y ya me abrumaban las ganas de enterrarme bajo un montón de mantas. Es lo que tienen las canciones de invierno, que durante unos segundos, son capaces de congelarte el alma. Y los segundos se prolongan y se convierten en días, y el frío de repente te atrapa.
La voz de la canción susurraba... te dije que fueras paciente, te dije que estuvieras bien, te dije que estuvieras equilibrada... y yo era de todo menos equilibrada; y no fui paciente y tampoco estuve bien.
Sonaba vamos amor sin futuro, aguanta el año entero...Y así nos fue, que aguantamos hasta que se nos fue de las manos. Y llegó el invierno de nuevo antes de que terminara del todo el verano. Cada uno olvida como quiere o como puede y a mí me puedes echar lo que quieras en cara menos que no lo intentara. Caí en picado desde la lanzadera de un parque de atracciones y decidí que el nuevo invierno no llevaría el título de aquella canción que me decía que fuera amable. Nunca más la volví a escuchar.
Ha pasado tiempo, dos años ya del momento en que decidí apagar el botón de reproducción automática en mi cabeza. He volado, he escuchado otras canciones, he sentido otros cosquilleos. He cruzado carreteras y me he dejado sorprender por voces nuevas, pero hoy ha vuelto aquella que me prolongaba el invierno y que durante todo este tiempo ha seguido de cerca el rumbo de mis pasos. Alguien la escribió y yo seguí su letra al pie de la misma de manera casi suicida.
Por eso ahora se me repite la última estrofa que parece que se quiera quedar a vivir en mi piel como si fuera un tatuaje. Lo había olvidado...
Who will love you?
Who will fight?
Who will fall far behind?