Si pudiera hablar contigo, si tu cabeza me dejara, te diría que desde que te conozco, te quiero. Y te conozco de veras. He visto como te clavaban agujas en el corazón una detrás de otra y te las arrancabas con los dientes. He visto como saltabas al vacío sin paracaídas y en el último segundo se abría. He recogido los pedazos de ti que perdías en cada pelea, los he limpiado con cuidado y te los he cosido de nuevo. He intentado ser siempre tu cable a tierra, tu pista de aterrizaje, tu casa; y llegué a conseguir que una mirada fuera suficiente para advertirte de que nos estábamos metiendo en arenas movedizas. Pero poco a poco tú te alejaste, nos alejaste, o tal vez me alejé yo, no lo sé.
Ahora noto en las tripas que me necesitas y no se qué hacer para ayudarte. Quiero mirarte y ver si todavía queda algo de aquella chica que yo conocía en tus preciosos ojos verdes, llamarla a gritos y decirle que todavía estoy aquí, que nunca me he ido. Nunca me iré, ¿me oyes? Nunca te dejaré sola. Ahora me muerde la culpa, ¿y si me hubiera empeñado en salvarte? Y me enfado contigo y conmigo y con el mundo entero por llegar hasta aquí, quiero gritarte que eres imbécil que ojalá salgas de esta tan fuerte que pueda pegarte una paliza. Y a la vez me muero de ganas de comerte a besos.
Ahora tienes que rescatar del fondo tu corazón y dejarme de nuevo repararlo, solo puede mejorar. Eres verano, eres un huracán, eres montañas de cosas buenas, eres un titán.
Y te quiero desde las costuras del alma.
Sé que vas a amanecer.
Sé que vas a amanecer.