Y voy dando bandazos de un extremo a otro, porque la extrema normalidad nos incita a ser inmortales y ligeras, rozando lo excepcional y único. ¿Por qué piensas que puedes clasificarme? No soy un bicho al que puedas etiquetar según el veneno con el que mata. No soy tu próximo experimento, y mucho menos, un vaso de agua medio vacío. Soy un pájaro de mil colores que había olvidado el sonido de su propio batir de alas, pero que con el último vuelo raso acaba de recordarlo. Y así, dicho en plural somos una bandada de miles que sólo buscan despegar sus zapatos del asfalto y marcharse lejos.
Marchémonos muy lejos.
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