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martes, 1 de mayo de 2012

Autodestrucción.

- ¿Por qué lo haces?

Me quedo en silencio. 
No tengo una respuesta a esa pregunta. Empezaría diciéndote que no entiendo de qué me estás hablando, que te explicas fatal, que tu pregunta no va a ninguna parte y que eres un descarado. Pero luego, probablemente, le echaría la culpa al cambio climático, al la subida del precio de la gasolina o al la extinción del lince ibérico. Cualquier historia serviría para que no me preguntaras más sobre el tema.

+ El mundo es un asco. 

Me observas por encima de las gafas de sol con mucho desdén, y yo te lanzo una de esas miradas de NOSEDEQUEMEESTÁSHABLANDO. Y lo cierto es que sí sé de que me estás hablando. Claro que entiendo tu pregunta, pero si no te contesto es porque tú no entenderías mi respuesta. No existe el día en que te levantes por la mañana y pienses diferente al día anterior. No existe una respuesta. 

Lo que existe es un botón de AUTODESTRUCCIÓN que cuando lo pulsas inicia una cuenta atrás de tantos segundos como estrellas hay en el cielo, y ya no hay forma de pararlo. El tiempo te absorbe, la espiral se cierra. No entiendes nada ni a nadie, tú no deberías hacer lo que haces, tú no deberías tener este cuerpo y tú no deberías estar aquí. Y entonces llegan las ganas de ser y no poder. Y los miedos se ahogan en un vaso de vodka mientras cambio y cambio de canal en la tele porque en ninguno aparece la solución a un problema que no sé en qué consiste. 



''Los cristales rotos tintinean y agujeros negros se abren ante mis ojos, entonces el pájaro salvaje que permanecía encerrado en mi corazón bate sus alas frenéticamente y le dejo volar. Que se vaya.'' L.H.Anderson. 

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